Desde esa noche
no consigo escribir.
No puedo culparte
de que se vayan
las palabras,
pero lo hacen.
Al fin y al cabo,
no es que hayas
roto nada tangible.
Y ahora que me descoso
y se dilatan los metros,
y me invade el ruido,
quizás es
que realmente no sé,
como tú dices,
en el más amplio
sentido de la palabra.
Y aunque
solo tú y yo
somos más que esto,
más que el dolor
y el llanto al teléfono
ahora mismo,
y en este momento
apenas te siento.