martes, 13 de septiembre de 2016

m

veo un horizonte nuevo ante mí
la luz colándose entre las grietas
y la montaña celebrando el porvenir
de brotes verdes entre el gris
que aun dolientes de la memoria de los caídos
crecen mecidos por el viento frío
aprendiendo a perdonar
reconstruyendo la rutina de estar vivos
porque la noche estaba llena de peligros
de maldad, ladrones y asesinos
pero la penumbra ya se ha ido
y aunque fuera sigue haciendo frío
sale el sol
al fin

18.08.16

escapista tu tendencia
al dramatismo
tenaz tu impertinencia
de mirar
siempre, al mismo sitio
como si las ventanas
te aburrieran, niña
y las puertas te mataran
todas las ganas
(si jamás las tuviste)
de salir
cuánto grito invertido
para poder dormir
cuánta cobardía
la tuya, la mía
acumulada habrá hoy día
con la de tiempo
que llevamos aquí

agosto y tú


si el motín que interseccionó las circunstancias
dinamita también los muros
y destrona la desidia que antaño se instaló
en nuestra cabeza, para matarnos
no hay desperfecto en mi visión
no hay siquiera grieta alguna
en el refugio que tú y yo
construimos a oscuras y con impertinencia
como rebelión infinita contra la tradición
de nuestros propios actos
de nuestra inexcusable demencia

-

la madrugada se dilata sobre la palma de tu mano cuando a contraluz te miro y me sobra el sol. 

me murmuras verdades, y la dinámica del cuerpo se me sincroniza con la cadencia de tu voz. el refugio a oscuras se vuelve hogar de palabras que llevaban una eternidad escondidas, que se desperezan al salir oliendo a antiguo y a ganas de vivir. recuerdo poco que se me antoje tan sencillo como este motín a la dictadura del terror y la desgana, hija de nuestros actos, que cobijábamos por inercia y por miedo a la inexistencia dentro nuestro de algo mejor.

y qué impertinencia de levantamiento, qué a ojos de todos, qué reivindicación; pero qué íntima la victoria, qué infinitamente dulce y nuestra. qué minimalista el resultado cuando a tu lado me sobra el miedo, los muros, la piel, el reloj.