la calidez, extraña
que me abarca
con la sordidez
de una avalancha
llega en ondas
vibrando lenta
en cuerdas tensas
bajo manos callosas
de dedos caminantes
y aun cuando
no se musita
ni una palabra
ondula el sonido y
testigo de todo
entiendo a tumbos
que si la madera
cobra vida
y te mira a la cara
y te besa la boca
y te habla
hay que tocarla