todo regresa
a ese lugar en las costillas
donde la presión contamina
y el aire vuelve a salir
con un pitido, casi como
si deseara no haber existido
las distancias se dilatan
y en mi cabeza no hay respiro
he pedido
tan sólo un minuto de calma
pero en las calles aquí dentro
ya no queda pavimento
yo sólo quería darlo todo
y tengo frío
por los abrazos que se han ido
por los que no volverán
por estar redescubriendo
la parte de mí que más detesto
no hay descanso
ni consuelo en el olvido
me condena mi memoria
no me deja ni un respiro
las miradas se me graban
las palabras me desgarran
el silencio es piedra helada
y ya no hay nada en mi garganta
ni mis dedos, que se encallan
al coserme la alegría
reconocen los colores con que
se pinta la nueva vida
¿acaso es mía?
yo sólo quería darlo todo
pero no me queda nada
el desorden me ha perdido
cada gota de energía
la lluvia repica en mi ventana
y se me nublan las retinas
el ahogo escala por mi tráquea
no hay recurso para narrar
tanto daño, tanta saña
que se acumula en este nido
donde pierdo los sentidos
el aire me huele a muerte
los pulmones, a vacío
jueves, 30 de marzo de 2017
martes, 31 de enero de 2017
montclar, madrugada
la calidez, extraña
que me abarca
con la sordidez
de una avalancha
llega en ondas
vibrando lenta
en cuerdas tensas
bajo manos callosas
de dedos caminantes
y aun cuando
no se musita
ni una palabra
ondula el sonido y
testigo de todo
entiendo a tumbos
que si la madera
cobra vida
y te mira a la cara
y te besa la boca
y te habla
hay que tocarla
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